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valor nominal valor real  

No estamos acostumbrados a ponerle apellido al dinero tal como hacemos con las personas. Pero eso no implica que no lo tenga, y que a veces sea necesario utilizarlo para saber de qué dinero estamos hablando.

Parece algo objeto de sesudos estudios y análisis, pero a nivel de calle la idea es bastante simple, y para explicarla utilizaremos el concepto realmente importante: la riqueza, de la que el dinero es un simple instrumento de medida.

 La riqueza en sí misma es un concepto vacuo. Para que adquiera algún tipo de significado necesitamos tener una referencia, comparando la cantidad de bienes que poseemos con la que tenga otro individuo, o con la que teníamos nosotros mismos un tiempo atrás. Es, por tanto, un concepto relativo, bien en el espacio (otro individuo) o en el tiempo (otro momento), o en ambos.

Supongamos que hace un año tenía 100.000 €. Con ellos podía adquirir una cantidad determinada de bienes y servicios, pero en lugar de hacerlo, los guardé bajo una baldosa, y con los ingresos de mi trabajo he conseguido sobrevivir todo un año sin necesidad de tocarlos. Es más, haciendo grandes esfuerzos, he conseguido ahorrar otros 3.000 € más, que añado a los 100.000 € que tenía bajo la baldosa. Así que ahora tengo 103.000 €. Siento inmediatamente la tentación de decir que ahora soy más rico que antes, pero... ¿Soy más rico que hace un año? Pues... ¡depende!...

A) En términos "absolutos": si antes tenia 100.000 € y ahora tengo 103.000 €, mi riqueza en euros NOMINALES (uno de los apellidos del dinero) es superior.

B) En términos "relativos": ¿Con los 103.000 € que tengo ahora, puedo adquirir más bienes, los mismos, o menos que hace un año? Según la respuesta sabré si me he enriquecido o no en euros REALES (otro apellido del dinero).

Para no hacerme trampas al solitario, estableceré una sola regla: los bienes y servicios que comparo con los de hace un año son iguales o equivalentes a aquéllos en calidad y características.

Ya se ve que el análisis según el método B es mucho más indicativo de nuestra situación que el A, pero tiene un problema importante: con cantidades pequeñas ya es bastante complicado anotar el precio de todo lo que podríamos comprar con esos 100.000 €, esperar un año, volver a anotar los nuevos precios de los bienes equivalentes, y compararlos. Y para cifras de capital grandes, la cosa se vuelve virtualmente imposible.

Pero la estadística nos puede echar una mano. En España, el Instituto Nacional de Estadística hace ese trabajo por nosotros, y publica mensualmente el Índice de Precios de Consumo (el famoso IPC). Como toda herramienta estadística, no es de una precisión absoluta, pero su margen de error puede considerarse insignificante para nuestro propósito. Este IPC se calcula con diversa finura de cedazo, tanto a nivel de territorio como de productos que se analizan, pero habitualmente utilizaremos el índice general a nivel nacional, que ya nos es suficiente, y simplifica bastante las cosas.

Volvamos entonces a mis 103.000 € bajo la baldosa, que no están las cosas para olvidarlos. En euros NOMINALES suponen que durante un año, mi capital ha aumentado un 3%. Si miro lo que ha variado el IPC en ese mismo año, sabré si ese 3% ha mejorado o empeorado mi poder adquisitivo:

Si el IPC ha subido un 3%, resulta que mi nivel de riqueza es exactamente el mismo que hace un año (algunos podrían decir que he perdido un año, pero otros se darían con un canto en los dientes por encontrarse en mi situación). Si el IPC ha subido menos del 3% (o ha llegado a bajar, que a veces pasa), resulta que podré decir que efectivamente, soy más rico que el año pasado. Pero si el IPC ha subido más de es 3% en que se ha incrementado mi capital, con mis 103.000 € de ahora puedo adquirir menos bienes que hace un año con los 100.000, por tanto, aunque tenga más capital NOMINAL, a la vista de mi capital REAL, soy menos rico que antes.

Pidiendo disculpas anticipadas a los puristas del cálculo financiero por la gran simplificación que ahora vamos a hacer (más grave que una herejía), podríamos decir que el importe en el que soy más rico o más pobre —que a fin de cuentas es lo que me interesa— estará en la diferencia entre mi 3% de aumento NOMINAL y la variación del IPC que me indica el INE para ese periodo que analizo:

Si el IPC no se movió en todo el año, ahora soy un 3% más rico que antes. Si el IPC subió un 2%, hoy soy un 1% más rico que el año pasado. Y si subió un 4%, con mi 3% NOMINAL hoy soy REALMENTE un 1% más pobre que hace un año.

Esto que hemos hecho de forma muy simple en el caso de unos billetes colocados debajo de una baldosa, se vuelve un cálculo algo más complejo cuando se trata, por ejemplo de una inversión en ladrillo, en la que, aparte de unos gastos y costes adicionales para la adquisición, intervienen factores como la depreciación temporal del bien a lo largo del tiempo por diversas razones (obsolescencia del entorno, envejecimiento de los servicios, depreciación física y funcional...).

Aunque el cálculo del valor NOMINAL inicial y actual no sería tan inmediato, el proceso sería el mismo, sólo es cuestión de saber cómo evaluar y eliminar todos los factores colaterales incorporados por la edad (algo que en los billetes no pasaba), hasta conseguir dejar el precio de los ladrillos en el mismo estado puro en que los compramos. Y si en lugar de un año, han pasado varios, siempre que exista un IPC en el momento inicial y otro en el momento actual, podremos analizar su variación para conocer el valor REAL de nuestra inversión. Tal vez más de uno podría llevarse alguna sorpresa.

Todo el proceso, tal como se ha expuesto, es únicamente una simplificación extrema de los conceptos NOMINAL y REAL aplicados a términos monetarios, que puede servir para hacerlos comprensibles pero no para aplicarlos de modo literal en base a la explicación dada.


Escrito por el equipo de ST Sociedad de Tasación

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