Castell de Sant Ferran en Figueres

Figueres suele ser sinónimo de Dalí y del complejo del teatro-museo para muchos turistas. Esta asociación de ideas esconde a sus ojos un importante edificio de colosales dimensiones.

Hablamos del Castillo de Sant Ferran. Se ubica en la periferia de Figueres, al final de la subida que lleva su propio nombre y es muy poco visible desde la ciudad. Pero unos pocos datos son obligados para poner orden a su magnitud: Hablamos de un enorme recinto de 320.000 m², que se acerca a los 600.000 m² si se suman los glacis. Cuenta con un perímetro de 3.120 m. En las cisternas del subsuelo caben 40 millones de litros de agua. A día de hoy es, con diferencia, el monumento de más extensión de toda Catalunya y la mayor fortaleza del S. XVIII en toda Europa.

Con el tratado de los Pirineos, el castillo de Bellaguarda en el cercano Pertús pasó a manos del estado francés. Para sustituir dicha fortificación y defenderse de las invasiones galas se decidió construir una fortaleza en Figueres. Las obras se iniciaron el 13 de diciembre de 1753.

Su historia militar lo hace pasar varias veces de manos francesas a españolas y viceversa entre su construcción y los inicios del S. XIX. Mantiene su uso militar hasta la entrada del siglo XX. Con el inicio de su obsolescencia defensiva, se convierte en una cárcel convencional manteniendo este uso hasta la guerra civil.

A partir de 1936 se usa como almacén de armamento y obras de arte de la República. El 1 de febrero de 1939, a finales de la guerra civil, llegó a ser el escenario de la última sesión de las Cortes Republicanas. Para evitar su caída en manos de los sublevados, una semana más tarde, se destruye el armamento y munición que quedaba, provocando la desaparición de parte de la edificación.

Durante la dictadura se usa como cuartel y penal militar y en sus últimos años, ya en plena democracia, se encarcelaron en él numeroso objetores de conciencia. Finalmente, en 1991, su último reo en solitario (el coronel golpista Antonio Tejero) fue trasladado a Alcalá de Henares, terminando así con el historial militar de la edificación.

La fortaleza quedó abierta al público en 1997 mediante una serie de visitas guiadas que llegan a incluir la navegación por los enormes depósitos de agua subterránea. Su tecnología de última generación en la época de construcción, su historia y su tamaño hacen que la visita sea obligada para quien quiera dar un repaso a cerca de tres siglos de frenética actividad en un gigantesco edificio que sólo mira al pasado.