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SOCIEDAD DE TASACION
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st idea domus

 

Diseñando la nueva ciudad… y premiando esas ideas En el último fin de semana de septiembre, se celebró en el auditorio Centro Centro el V Congreso de Arquitectura y Ciudad Open House Madrid, que bajo el lema Designing the new City reunió algunas de las mentes más inquietas y activas en arquitectura, urbanismo y ciudad contemporáneas, muchas de ellas premiadas en la primera edición de los Premios Ciudad. Previo a la entrega de premios, tuvieron lugar una serie de ponencias de nombres destacados de estas disciplinas, presentadas por la periodista e historiadora especializada en arquitectura Anatxu Zabalbeascoa, en torno al futuro de las ciudades y los distintos agentes que moldean el cambio.

En esta ocasión, para la jornada que incluía la entrega de  esos I Premios Ciudad Open House Madrid, el plantel de ponentes lo formaban las estimulantes presencias de expertos en diferentes disciplinas como Miquel Adriá, director de la revista Arquine, de México, Areti Markopoulou, Directora Académica del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña, Carlos Olmos, urbanista, director de uDa (Urban Data Analytics), Luis Vidal, arquitecto internacional, Marta Colás, arquitecta y urbanista; Juan Galiardo, director de Uber España; Denis Leontev, CEO de Strelka y Jeffrey Montes, Arquitecto espacial. Como veremos, algunos de ellos fueron premiados en la primera edición de los Premios Ciudad, que se estrenaban en el contexto ideal de Open House Madrid 2019.

Últimamente, la tendencia más que arquitectura o urbanismo es hablar de ciudad. Y cuando decimos nueva ciudad, ¿de qué hablamos? ¿Del territorio que ocupa, los ciudadanos que la habítan, los arquitectos que la diseñan, las autoridades que las promueven, el dinero que las levanta…?

Hablemos de Ciudad

L o que queda claro es que no se puede pensar una ciudad sin contar con la geografía,  sus habitantes, sin asumir su pasado y sin tener presente su futuro, sin miedo, como defiende Miquel Adriá, a ser radicales, o redefiniendo este término.

En América del Sur, por ejemplo, como se cuenta en el libro RADICAL, 50 arquitecturas latinoamericanas se reúnen 50 proyectos construidos entre 2010 y 2015, de uso público, destacando los procesos participativos y las relaciones comunitarias que construyen espacios de referencia del continente y que podrían ser radicales según los usos de la arquitectura contemporánea. Una reflexión sobre la crisis que en el continente hermano es como la gripe anual. Una región nada uniforme, que solo tiene  en común el idioma y el caos, donde los arquitectos, muy comprometidos socialmente, son activistas de oportunidades, trabajando en arquitecturas de urgencia.

Allí vemos arquitecturas hechas “con lo que hay”, con bambú como en Colombia, generando una arquitectura de mínimos, en la que cobra importancia el re-uso, el reacondicionamiento y el aprovechamiento de lo ya existente (naves en viviendas, cárcel en centro cultural…). Una provisionalidad permanente que genera nuevas arquitecturas. Porque el mundo no termina en Europa, o los Estados Unidos, la realidad es esta en la que se trabaja en una negociación permanente entro lo formal y lo informal.

Las ciudades, organismos vivos… de momento

Vivimos en un mundo, cada vez más, de ciudades. Nos guste o no, se calcula que para 2025 (pasado mañana) habrá 37 megaciudades, y un poco más adelante, en  2050, 2 de cada 3 personas estarán viviendo en ciudades. Ciudades que, hoy por hoy, son ecosistemas poco inclusivos, con demasiada gente sin hogar y/o sin posibilidad de acceder a una vivienda.

Nos empeñamos en ensuciar y contaminar estos nuevos monstruos urbanos, generando ingentes cantidades de basura que nos desconecta cada día más de la naturaleza cuando, claramente, debería ser al revés. Las ciudades, aunque la realizad tozuda lo desmienta, no debería ser un ecosistema que gira alrededor del coche, sino de las personas.

Si pensamos en las ciudades como si fueran organismos vivos, y queremos impedir el colapso, deberíamos empezar a combinar biología, arquitectura y sentido común de forma participativa. Tomar decisiones de abajo a arriba usando la tecnología como aliado, aprovechándola para que la gente participe, haciendo nuestras ciudades más humanas y sostenibles: un nuevo y amigable ecosistema.

Ojo al dato: el oro de la ciudad del futuro 

Alguien dijo que los datos son a nuestros días como el petróleo al siglo XX. La sociedad de la información será tanto más informada, y por tanto más social, cuanto mayor sea su capacidad de procesar datos, tanto en caudal, como en velocidad o interpretación. En un contexto, el inmobiliario, que nos recuerda Carlos Olmos, ha cambiado tanto (inmigración, jóvenes no compradores y sin capacidad de endeudamiento…) no podemos seguir desoyendo los datos sesgados a los que estábamos acostumbrados.

El gran cambio tecnológico de la sociedad trae consigo un enorme caudal de datos que, nos guste o no, debemos empezar a preguntarnos cómo gestionarlo. Cambia la forma de moverse, cambia la forma de gestionar la ciudad… y cambia la forma en que nos relacionamos. Hoy en día, se puede saber casi de todo, de todos, con muy pocos recursos y de forma automática. Una gota fría permanente de datos que, bien gestionados, pueden marcar la diferencia. De su gestión y manejo, surgen y se ocupan 4 tecnologías que van a cambiarlo todo: Big Data, Blockchain, Realidad Aumentada e Impresión 3D

Esta actividad genera una ingente cantidad de datos cuya dimensión la hace casi incomprensible: miles de millones de emails, llamadas, mensajes, contratos, preguntas… usamos, por ejemplo, 255 millones de MW/día, pero el sol nos envía 1.908.000.000 MW. No es que no haya energía, es que no sabemos usar la que tenemos disponible.

Somos algo menos de 8.000 millones, de los que el 50% viven en ciudades. Hay megacities con más capacidad y recursos que un estado: Tokyo, por ejemplo, supera en muchos parámetros a España. Y, en 30 años, la población de las gigaciudades será de 7.700 millones, lo mismo que toda la población mundial de hoy. El ser humano se convierte, poco a poco, en ser urbano

Para gestionar esta locura hay que gestionar con las 4C’s, como afirma Luis Vidal: Competir, Convivir, Compartir y Conectar.

Juntos, inquietos, renovados… ¿y en el espacio?

Para Marta Colás, una parte de la solución para evitar el colapso, es la Re-densificación de las ciudades, optimizando el territorio disponible con modelos como TOD (TRANSIT-ORIENTED DEVELOPMENT) creciendo en altura y no en superficie, convergiendo en un punto: densificar, pero con desarrollos compactos, con espacios públicos de CALIDAD, y sin perder identidad. Mezclando usos y conectando, claro. Sin olvidar que los territorios que son responsables social, económica y medioambientalmente son territorios más competitivos.

El futuro de la ciudad pasa por replantearse la movilidad. Estamos en el ocaso, asegura Juan Galiardo, de la movilidad en torno al coche privado. Un protagonista que pasa el 95% del tiempo parado, ocupando espacio y perdiendo valor. Además del coche compartido, que empieza a ser una realidad en muchos lugares, la movilidad está cambiando con nuevas soluciones: Uberpool, el taxi compartido, patinetes y bicis eléctricas… y todo controlado desde tu teléfono, en una única aplicación. A esto siguen sumándose nuevas soluciones: Movilidad en 3D, mediante coches voladores: drones con capacidad para 4 personas: Vetol (vertical take of landing) una realidad en 2020 en Los Angeles y pronto en el resto del mundo.

No es una quimera. Todos estos estos nuevos usos generan unos datos que, bien usados y con colaboración público/privada, pueden mejorar mucho la, perdonen el palabro, vivibilidad de las ciudades.

Una nueva ciudad puede surgir dentro de una ciudad eterna, como nos cuenta Denis Leontev: durante la era soviética, Moscú estuvo décadas (décadas) sin que se construyera un solo parque  de uso público, y el margen de mejorar, de renovar la ciudad sin necesidad de hacer una nueva mediante rehabilitaciones, renovaciones, nuevos usos y replanteamientos es enorme.

¿Y el espacio? Jeffrey Montes, nos presenta Marsha, un nuevo concepto para vivir en Marte… y en la Tierra, ya de paso.

En pocas palabras el concepto, muy de hoy en día, es el siguiente: en lugar de construir una estación aquí, en la Tierra y llevarla a Marte, aunque fuera sólo para ensamblar allí… limitémosnos a diseñarla aquí y transportar una impresora 3D hasta allí y construir con materiales marcianos una vivienda. Construir allí.

¿No es increíble? No, resulta que hoy es posible. Y, por eso, fue galardonado este proyecto con el premio Propansa a la mejor solución innovadora en los premios Ciudad de Open House Madrid 2019, premios que celebraban su primera edición este año, en cuyo jurado participaba ST Sociedad de Tasación a través de su Directora de Grandes Cuentas, Consuelo Villanueva y cuyo palmarés, puede consultarse aquí.


Escrito por el equipo de ST Sociedad de Tasación

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