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SOCIEDAD DE TASACION
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Nadie es perfecto, pero eso no es ninguna novedad.

Si Usted está leyendo esto, es posible que hace unas pocas semanas, en este mismo espacio viese un artículo en el que se hablaba de las repercusiones que el coronavirus podía tener sobre el mercado inmobiliario.

Aunque estén muy cerca en el tiempo, qué lejanos se ven aquellos días en que el “bichito que si se cae de la mesa, se mata” sólo vivía en China, y nada parecía indicar que nos fuese a hacer una visita tan contundente. Hablábamos en aquel momento de que la mayor fuente de contagio no era el Covid19, sino el pánico que se estaba adueñando de nuestras vidas.

 Hoy no podríamos hablar así… ¡o sí! Porque el pánico es muchísimo más intenso y extenso que entonces.

 Pero no es el pánico el que está provocando la pérdida de vidas humanas, en muchos casos de personas próximas y queridas.

Aunque este blog se centra básicamente en cuestiones relacionadas directa o indirectamente con el mundo inmobiliario, su propio nombre ya indica que va “más allá del valor”, y nada hay en este momento que esté más allá del valor y más cercano a todos que el sufrimiento provocado por el “bichito”.

El dolor más intenso, desde luego, lo viven las personas que han perdido a alguien, o las que tienen en estos momentos a algún ser querido en esa situación de lucha extrema por la supervivencia, y además de un modo y en unas condiciones tan absolutamente alejadas de lo que tenemos integrado en nuestro ADN como “humano”.

También hemos descubierto el comportamiento heroico de personas que hasta ahora pasaban a menudo desapercibidas: nuestros equipos sanitarios (de la dirección a las personas de mantenimiento o limpieza), el personal auxiliar en las residencias de la tercera edad, las fuerzas de seguridad, los cuerpos de bomberos, y también quienes consiguen todos los días, jugándose literalmente el tipo, que tengamos agua, luz, gas, alimentos, medicamentos, información, servicios domésticos y reparaciones… Resulta que todos ellos son imprescindibles para nuestra vida, aunque sea arriesgando la suya (y en muchos casos, perdiéndola), y hasta ahora no nos habíamos dado cuenta.

Además del fuerte aplauso y el gran abrazo (virtual, por ahora) que tod@s y cada un@ de ell@s merecen, nos han indicado hasta la saciedad que el mejor modo que tenemos de colaborar es quedándonos en casa, sin salir. ¡Qué mejor que hacerles caso y ayudar, después de lo que ell@s ponen en juego con su servicio!

Si no han llegado ya, es posible que lleguen momentos de tensión y de roces si hay varias personas en casa, y que a veces no sea fácil encontrar ese rincón donde experimentar durante unos momentos la tranquilidad de la soledad, que también se necesita. Esto de quedarnos recluidos durante tantos días seguidos nos da una oportunidad para redescubrir nuestra casa, y también a quienes vivimos en ella.

Y aparecerán pequeños detalles que antes tal vez considerábamos menores, y que ahora se convierten en capitales: la ventilación, la orientación, las condiciones de luz en cada estancia, los ruidos propios y del vecindario, olores y colores…

Insinuábamos en aquel artículo anterior que la incidencia del famoso virus en nuestras vidas en general, y en el mercado inmobiliario en particular no parecía que fuese a tener demasiada importancia. Craso error, como se puede ver hoy. Si ahora pudiésemos elegir la casa en que vivir, es posible que la buscásemos con otra mirada.

Aparte de lo que pueda pasar con la evolución de los precios, los alquileres y las transacciones de viviendas, que de momento han frenado en seco, pero que posiblemente se recuperarán en no demasiado tiempo cuando volvamos a poder salir a la calle, ahora ya tenemos la clara demostración de que la vivienda no es sólo un derecho reconocido constitucionalmente, sino que en situaciones como esta es una necesidad absolutamente vital. No es solo que no tener casa acorte la vida, que ya está demostrado, es que en un caso como el actual, tenerla o no puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Ojalá que tras una situación tan trágica como esta, y a pesar de las experiencias amargas o desagradables que a tod@s nos toca vivir directa o indirectamente, también tod@s salgamos a ocupar las calles y los espacios públicos un poco diferentes de lo que éramos antes, con nuestras escalas de valores mucho más ajustadas a lo que realmente somos: simplemente human@s.

Si no, todo este derroche de sufrimiento habrá sido en vano.


Escrito por el equipo de ST Sociedad de Tasación

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